19 de diciembre Día Nacional contra el Femicidio

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Un largo camino de lucha para la no impunidad de la violencia de género y vulneración de DDHH… ¿Hasta cuándo decimos las mujeres?

Nítidamente está en la memoria del colectivo el día en que Carlos Monzón, boxeador y campeón mundial medio mediano argentino, ícono de la generación de nuestros padres y abuelos era tomado prisionero por haber asesinado a su joven mujer Alicia Muniz, el icono varonil y héroe de generaciones jamás derrotado en un ring, hacia historia en el maltrato y abuso con sus mujeres: Era su primera derrota…

Sin lugar a dudas, esto fue noticia en todo el mundo, la opinión general era de incredulidad y de excusas para el campeón. Palabras como: “ él siempre ha sido así… tiene problemas con el alcohol y se pone violento… ella se lo buscó… hace tiempo que debió haberse separado… eran los titulares en los periódicos y reportajes de la prensa de la época,  junto a la opinión de reconocidas figuras del cine francés de renombre mundial y amigo de Monzón Alain Delon, quien lo visito en la cárcel y declaró en la prensa parisina: “quien no le ha pegado a su mujer” y por otro lado los dichos de Monzón que  declaraba : siempre le pegué a todas mis mujeres y nunca había pasado nada luego de la muerte de Alicia Muniz, Monzón fue sentenciado a once años de prisión falleciendo posteriormente en un accidente automovilístico a punto de cumplir su condena.

Esta historia marcó un antes y un después en Latinoamérica y el mundo, ya que por primera vez una agresión de esta naturaleza salía al escrutinio público, por la particularidad de los protagonistas. En Argentina se realizó la primera marcha sobre la violencia doméstica y se abrió la primera comisaría de la mujer. En esos años se hablaba de “crimen pasional”; A partir de este hecho dramático y trágico comienza a utilizarse la palabra “femicidio” en el mundo.

Mientras tanto en Chile esta normalización del maltrato hacia las mujeres también eran prácticas habituales, que fueron construyendo la historia con sangre y vidas humanas… acá no son iconos ni campeones…son personas y mujeres anónimas las que han sufrido de maltrato y violencia…Tan anónimas que por vergüenza no contaban lo que pasaba en la intimidad de sus casas.

Dado lo anterior no son casuísticas las reacciones de los simples y comunes ciudadanos frente al tema, pues culturalmente hemos sido inducidos a un sistema patriarcal que incita a la supremacía de los hombres en y hacia las mujeres. “Uds. nos criaron así dicen algunos hombres”, desde la búsqueda de las culpables en el problema. No obstante, no es la respuesta a la solución. Lo importante hoy es como se llega a un nivel de comprensión en que la “violencia y mal trato” no es buena compañera ni para las mujeres ni para los hombres. Lo cierto es que vivimos en una sociedad violenta desde su génesis la cual ha ido progresivamente avanzando, provocando una suerte de lucha de sexos que ha agravado el problema.

Dado lo anterior debemos buscar soluciones y no culpables, los diagnósticos son claros: Chile es un país con una forma de relacionarse violenta. La generación de Monzón, de nuestros padres y abuelos lo normalizó desde la “violencia doméstica” al “crimen pasional”.

Si hacemos una línea de tiempo en 200 años de república en Chile, solo en un minuto relatamos los derechos ganados en materia de leyes las cuales siempre van con “letra chica”; ya desde el sufragio en el año 1949 “solo para mujeres que sabían leer y escribir” se nos daba una señal clara de la discriminación de estas en materia educativa, al inicio del siglo y milenio pasado. Lo mismo en los derechos de reproducción, identidad de género, derechos sexuales, paridad de género, etnias y otros muy vigentes hoy en el congreso chileno en donde las propias mujeres se oponen… ¡qué desastre! …¿en qué país estamos?… ¿en qué mundo vivimos?… ¿qué nos falta por entender?…

El estallido social ocurrido en Chile este 18 de octubre, visibilizó estas temáticas y la relevancia que tienen en el diseño y deconstrucción de un Chile más justo e igualitario. La Tesis, cuatro mujeres sensibles a la discriminación y vulneración de derechos fundamentales de género colocaron de cabeza la “normalidad” establecida por el “partido del orden y la obediencia” a través,  de un grito desgarrador que se repitió en cientos de mujeres de todas las edades alrededor del mundo, con un relato doloroso, intenso hicieron visibles las demandas no solo de vulneración sexual y de género , sino también la necesidad de dar a conocer la historia de las mujeres que se repite en todas partes del mundo: las mujeres ciudadanas de segunda y tercera categoría.

La igualdad de oportunidades de hombres y mujeres en los accesos y participación real, pasa así a tener un rol preponderante, pues con esto se demuestra que, con la legislación y más penalización, no se provocan los cambios que la sociedad requiere en estas materias. Tampoco son suficientes la voluntad política, “la evasión” de los milenial, ni la lucha de los sindicatos y gremios que sin lugar a dudas, estos últimos han ayudado a visibilizar el problema.

En este escenario, si el estado no invierte en políticas públicas que favorezcan y potencien la formación de individuos en el respeto a los DDHH, a la no violencia, a la no discriminación, seguiremos de mal en peor; porque él no ser violento, el autorregular las emociones, el respeto hacia los demás, la buena convivencia y la educación en sexualidad, afectividad e identidad de género, se aprende…y se aprende en la escuela…habilidades fundamentales para un buen vivir.  ¡Gran desafío!