Retorno de cartón…

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Para una parte de las familias del país, el retorno a la normalidad ni siquiera es una opción, porque han vivido demasiado tiempo fuera de la normalidad.

Danton Vera L.

Director Asociación de Funcionarios Junaeb

Director Fenaedup             

Pese que la superación de la pandemia por el COVID 19 todavía no ve la luz al final del túnel, la autoridad del MINEDUC ha sido majadera en el requerimiento de retornar a clases y con ello, empuja para poner en marcha los dispositivos que dan soporte al funcionamiento de los Jardines Infantiles, Escuelas, Liceos y centros de trabajo del sistema educativo del país.

Habiendo cada vez más consenso en reconocer las secuelas indelebles del confinamiento, especialmente para las generaciones en edad de formación; la repetición del retorno a clases, con la ausencia de lineamientos convergentes y disponibilidad desigual de recursos en los territorios, no se da garantía de resguardo sanitario efectivo, ni condiciones para promover aprendizajes significativos.

El retorno a la normalidad es una ilusión en medio de una pandemia sin control, que se agrava por el aumento de la pobreza y el desempleo y la desafección ciudadana creciente a las referencias institucionales tradicionales.

Hubiera sido potente contar con un MINEDUC al frente, explorando nuevas estrategias pedagógicas con sentido de territorialidad; aprovechando espacios comunitarios, como sedes sociales, plazas y centros públicos de encuentro. Coordinando esfuerzos con los medios locales de comunicación como Radios y TV Comunitarias para sumarlos en la tarea educativa. Abriendo los centros de producción local a la actividad formativa. Aprovechando los saberes de los territorios, enraizados en la cultura e historia de cada comunidad. Racionalizando el desplazamiento de los actores educativos, dando la posibilidad de circunscribir la movilidad a sus centros de residencia, especialmente en regiones con alta concentración poblacional.          

En el papel, la modalidad hibrida de trabajo parece atractiva, pero hasta ahora el soporte económico y logístico de conectividad sigue saliendo del bolsillo de las familias; sin mediar una estrategia de acompañamiento y contención psicosocial por el desgaste físico y emocional que conlleva el trabajo telemático. Sin una regulación clara acerca de la implementación del teletrabajo, sólo cabe esperar un aumento de trastornos y stress progresivo, que lamentablemente van a contribuir a incrementar el    deterioro de la salud mental por motivos laborales.

Sin duda lxs trabajadores debemos favorecer el retorno a un punto de partida, pero de seguro no es el que dejamos previo al estallido social y menos luego de la pandemia.